Curiosidades de la vida de José de San Martín
La siguiente recopilación de anécdotas y otros textos, con aspectos no tan conocidos del General José de San Martín pueden ser disparadores de algún recorte para trabajar en el aula o para representar en el acto del 17 de agosto.
San Martín niño
Seguramente, sus oídos estaban acostumbrados a los sonidos de la selva, al oleaje del río, a los tacones de los milicianos durante los cambios de guardia.
Mitre planteaba que:
“[…] Sus compañeros de infancia fueron los pequeños indios y mestizos a cuyo lado empezó a descifrar el alfabeto en la escuela democrática del pueblo de Yapeyú […]”
Mitre, Bartolomé. Historia de San Martín y la emancipación americana. Buenos Aires: Anaconda, 1950, p. 59.
Por su parte, Ricardo Rojas, en, “El Santo de la Espada”, dice: “Sobre la costa argentina del rio Uruguay, una mujer está a la sombra de árboles añosos, contemplando el agua serena corriente, mientras la luz del atardecer va declinando sobre el paisaje; esa mujer, todavía joven, tiene en su regazo a un hijo pequeño, que a ratos descabalga de las rodillas maternas para jugar en la floresta nativa. La madre es española, pero el niño es criollo, nacido en aquel mismo lugar de las indias, con la tez bronceada por el sol de américa, los ojos muy negros, los cabellos negros. Y aquella mujer contempla en sueños al vástago indiano, entre el boscaje natal que lo circunda, y torna a mirar el rio que corre majestuosamente, sin sospechar ella el tremendo porvenir del varón que su vientre ha dado al mundo”.
Como esos autores, debemos pensar que Gregoria Matorras de San Martín, muchas veces debió llegar hasta el río cercano con ese hijo en brazos, y como toda madre, seguramente deseó para él, un venturoso porvenir, aunque sin imaginar, el tremendo porvenir que lo aguardaba. Una antigua y siempre vigente tradición oral afirma que el niño José, tal como lo llamaban sus padres, y como él mismo firmaría siempre, omitiendo su segundo nombre, jugaba bajo la sombra del varias veces centenario ibapoí, o higuerón, que aún se mantiene en pié, muy cerca del templete.Cuando contaba con cuatro años de edad, abandonó Yapeyú para establecerse en Buenos Aires. Se trató de un cambio brusco de ambiente y paisaje pero, a pesar de ello, pronto se adaptó a la nueva situación.
En una escuela de la ciudad cursó las primeras letras. Allí, según señala Sarmiento dividía a:
“[…] sus condiscípulos de escuela […] en bandos de guaraníes y portugueses, para hacer guerras infantiles como aquellas reales entre cuyo estrépito había nacido”.
Sarmiento, Domingo Faustino: Vida de San Martín. Buenos Aires, 1964.
No es de extrañar que los juegos de la época fueran un teatro donde se representaban roles y guiones ligados a combates ya que, tanto en España como en América, los enemigos –moros en otro tiempo, ingleses, indios, portugueses- acechaban a la metrópoli española y a sus colonias. Seguramente José Francisco:
“[…] Oía con frecuencia contar a sus padres las historias de las pasadas guerras de la frontera con los portugueses […]. Su sueño infantil era con frecuencia turbado por las alarmas de los indios salvajes que asolaban las cercanías. […]”
Mitre, Bartolomé: Historia de San Martín y la emancipación americana, Buenos Aires, Anaconda, 1950, p. 59.
Fuentes:
Rescatando Lo Nuestro: Horacio Antúnez
Miembro Asociación Cultural Sanmartiniana.
https://www.tumercedes.com/noticia/36966
http://servicios2.abc.gov.ar/docentes/efemerides/especial_17agosto/htmls/nino/infancia.ht
San Martín jugador de ajedrez
El Libertador fue un eximio jugador de ajedrez. Así lo narró el general Jerónimo Espejo, partícipe del cruce de los Andes: "El ajedrez, ese juego generalmente reputado de carácter militar, que según se sabe era recomendado y aun prescrito por Napoleón el Grande, San Martín lo desempeñaba bien aventajadamente como lo veíamos cuando la formación del Ejército en Mendoza. Era muy entendido, además, en "El Centinela" y "La campaña", juegos rigurosamente guerreros que estuvieron en gran boga en Europa desde el primer decenio del presente siglo, y muy semejantes en su mecanismo a La Batalla, que don Carlos de Pravia describe en su "Manual de Juegos", dado a luz en París, en 1869. Probablemente aprendió a jugar en el Seminario de nobles de Madrid, o entre sus camaradas en las primeras campañas; pero tampoco sería aventurado creer, que, algunas ocasiones, los ejercitara en la misma Europa, con los encopetados militares que lo distinguieron con su predilección y su confianza. Estos juegos eran su entretenimiento favorito, el ajedrez en especial, con los señores O'Higgins, Arcos, Alvarez Condarco, Necochea y otros jefes, así que terminaban las academias generales."
Fuente: Instituto Nacional Sanmartiniano
San Martín y la música
San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya" guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron el apodo de "Beethoven de la guitarra".
Cabe destacar que éstos compositores de importancia, en general no aceptaban a cualquier alumno, por lo cual, las dotes musicales del Libertador deben haber sido notables.
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma.
Las bandas que acompañaron al general San Martín
El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de negros africanos y criollos argentinos "Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en el batallón Chiloé, que era detestable"
La banda de los negros
En 1810, un rico hacendado de Medoza, don Rafael Vargas, había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Fuente:
http://www.mdzol.com/opinion/487764-la-musica-en-la-historia-de-don-jose-de-san-martin/
Ésta es la única fotografía que existe de José de San Martín. Se la tomaron en París en 1848, dos años antes de su muerte y cuando la técnica del daguerrotipo estaba en pleno auge.
Su hija Merceditas tubo que convencerlo para que posara.
San Martín el abuelo. Una anécdota...
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: - Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: - Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?
San Martín y la música
San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya" guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron el apodo de "Beethoven de la guitarra".
Fernando Sor |
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma.
Las bandas que acompañaron al general San Martín
El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de negros africanos y criollos argentinos "Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en el batallón Chiloé, que era detestable"
La banda de los negros
En 1810, un rico hacendado de Medoza, don Rafael Vargas, había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Rafael Vargas donó al Ejército de los Andes la banda completa, con vestuarios e instrumentos. Los esclavos incorporados ganaban su libertad.
Las bandas del Ejército de los Andes
Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno, fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como anuncio de su libertad.
El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez, que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traidos de Londres y Estados Unidos.
El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también valses.
Las bandas del Ejército de los Andes
Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno, fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como anuncio de su libertad.
El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez, que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traidos de Londres y Estados Unidos.
El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también valses.
Fuente:
http://www.mdzol.com/opinion/487764-la-musica-en-la-historia-de-don-jose-de-san-martin/
Ésta es la única fotografía que existe de José de San Martín. Se la tomaron en París en 1848, dos años antes de su muerte y cuando la técnica del daguerrotipo estaba en pleno auge.
Su hija Merceditas tubo que convencerlo para que posara.
San Martín el abuelo. Una anécdota...
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: - Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: - Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?
San Martín jugador de ajedrez
El Libertador fue un eximio jugador de ajedrez. Así lo narró el general Jerónimo Espejo, partícipe del cruce de los Andes: "El ajedrez, ese juego generalmente reputado de carácter militar, que según se sabe era recomendado y aun prescrito por Napoleón el Grande, San Martín lo desempeñaba bien aventajadamente como lo veíamos cuando la formación del Ejército en Mendoza. Era muy entendido, además, en "El Centinela" y "La campaña", juegos rigurosamente guerreros que estuvieron en gran boga en Europa desde el primer decenio del presente siglo, y muy semejantes en su mecanismo a La Batalla, que don Carlos de Pravia describe en su "Manual de Juegos", dado a luz en París, en 1869. Probablemente aprendió a jugar en el Seminario de nobles de Madrid, o entre sus camaradas en las primeras campañas; pero tampoco sería aventurado creer, que, algunas ocasiones, los ejercitara en la misma Europa, con los encopetados militares que lo distinguieron con su predilección y su confianza. Estos juegos eran su entretenimiento favorito, el ajedrez en especial, con los señores O'Higgins, Arcos, Alvarez Condarco, Necochea y otros jefes, así que terminaban las academias generales."
Fuente: Instituto Nacional Sanmartiniano
San Martín y la música
San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya" guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron el apodo de "Beethoven de la guitarra".
Cabe destacar que éstos compositores de importancia, en general no aceptaban a cualquier alumno, por lo cual, las dotes musicales del Libertador deben haber sido notables.
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma.
Las bandas que acompañaron al general San Martín
El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de negros africanos y criollos argentinos "Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en el batallón Chiloé, que era detestable"
La banda de los negros
En 1810, un rico hacendado de Medoza, don Rafael Vargas, había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Fuente:
http://www.mdzol.com/opinion/487764-la-musica-en-la-historia-de-don-jose-de-san-martin/
Ésta es la única fotografía que existe de José de San Martín. Se la tomaron en París en 1848, dos años antes de su muerte y cuando la técnica del daguerrotipo estaba en pleno auge.
Su hija Merceditas tubo que convencerlo para que posara.
San Martín el abuelo. Una anécdota...
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: - Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: - Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?
Fuente:
http://asociacionsanmartinianasannicolas.blogspot.com/2009/03/anecdotas-del-general-san-martin.html
San Martín y la música
San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya" guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron el apodo de "Beethoven de la guitarra".
Fernando Sor |
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma.
Las bandas que acompañaron al general San Martín
El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de negros africanos y criollos argentinos "Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en el batallón Chiloé, que era detestable"
La banda de los negros
En 1810, un rico hacendado de Medoza, don Rafael Vargas, había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Rafael Vargas donó al Ejército de los Andes la banda completa, con vestuarios e instrumentos. Los esclavos incorporados ganaban su libertad.
Las bandas del Ejército de los Andes
Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno, fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como anuncio de su libertad.
El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez, que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traidos de Londres y Estados Unidos.
El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también valses.
Las bandas del Ejército de los Andes
Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno, fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como anuncio de su libertad.
El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez, que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traidos de Londres y Estados Unidos.
El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también valses.
Fuente:
http://www.mdzol.com/opinion/487764-la-musica-en-la-historia-de-don-jose-de-san-martin/
Ésta es la única fotografía que existe de José de San Martín. Se la tomaron en París en 1848, dos años antes de su muerte y cuando la técnica del daguerrotipo estaba en pleno auge.
Su hija Merceditas tubo que convencerlo para que posara.
San Martín el abuelo. Una anécdota...
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: - Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: - Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?
Fuente:
http://asociacionsanmartinianasannicolas.blogspot.com/2009/03/anecdotas-del-general-san-martin.html
San Martín carpintero y jardinero
Era muy buen carpintero y ebanista. Esto lo practicó durante su exilio. Fabricaba mueblecitos para las muñecas de sus nietas a quienes dejaba llamarlo “el cosaco” por un gorro que usaba cuando trabajaba.
También practicó jardinería y horticultura en su casa de Grand Bourg, muy cerca de París, por entonces una zona casi campestre. Allí se dedicaba junto a sus nietas al cultivo de flores, plantas y hortalizas que abastecían a la familia. Estaba muy atento a la llegada de la primavera luego de los hostiles inviernos parisinos, temiendo por la suerte de sus cultivos.
Fuente : “La voz del Gran Jefe”,Felipe Pigna
EL SAN MARTÍN QUE NO CONOCEMOS.
Texto de Adrián Santos
Su comida preferida era el asado, que casi siempre comía con un sólo cubierto: el cuchillo. Era muy hábil en comer así. Solía morder un pedazo de carne, y como los paisanos, cortaba el sobrante con un cuchillo afilado. ¡Había quienes se maravillaban que no se cortara la nariz!
No le gustaba el mate. Pero era un apasionado del café. Y como era muy "pillo", conocedor íntimo del alma del soldado, para no "desairar" a sus muchachos, tomaba café con mate y bombilla.
Conocía mucho de vinos. Y podía reconocer su origen con sólo saborearlo.
Era un empedernido fumador de tabaco negro, que el mismo picaba, para luego prepararse sus cigarros.
Era muy buen jugador de ajedrez, y realmente era muy difícil ganarle.
Se remendaba su propia ropa. Era habitual verlo sentado con aguja e hilo, cosiendo sus botones flojos o remendando un desgarro de su capote, el cual, abundaba de ellos.
Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Más de un vez las mandaba a algún zapatero remendón, para que les hagan taco y suela nuevos.
Predicaba con el ejemplo. El mismo enseñaba el manejo de cada una de las armas, como lo atestiguan las melladuras del filo de su Corvo, inigualable instrumento de enseñanza de la esgrima. Y jamás, daba una orden a sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir.
Su palabra era santa, y para sus hombres era ley.
Era muy buen pintor de marinas. Él mismo decía que si no se hubiera dedicado a la milicia, bien podría haberse ganado la vida pintando cuadros.
Era muy buen guitarrista, habiendo estudiado en España con uno de los mejores maestros de su época.
Hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español, con un pronunciado acento andaluz.
Tenía la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Quería saber si era buena la comida de sus muchachos. Y allí mismo, en la cocina, la comía de parado.
Luego de comer, dormía una siesta corta, de no más de una hora, para luego levantarse y volver al trabajo.
Aquella famosa frase Sanmartiniana que dice: "De lo que mis Granaderos son capaces, sólo lo sé yo. Quién los iguale habrá, quién los exceda, no", originalmente era "De lo que mis muchachos son capaces...".
En Campaña, era el último en acostarse, después de cerciorarse que todos los puestos de guardia estuviesen cubiertos, y el resto de la tropa descansando. Y para cuando empezaba a clarear el sol en el horizonte, hacía rato que el General contemplaba el alba.
Era muy buen carpintero y ebanista. Esto lo practicó durante su exilio. Fabricaba mueblecitos para las muñecas de sus nietas a quienes dejaba llamarlo “el cosaco” por un gorro que usaba cuando trabajaba.
También practicó jardinería y horticultura en su casa de Grand Bourg, muy cerca de París, por entonces una zona casi campestre. Allí se dedicaba junto a sus nietas al cultivo de flores, plantas y hortalizas que abastecían a la familia. Estaba muy atento a la llegada de la primavera luego de los hostiles inviernos parisinos, temiendo por la suerte de sus cultivos.
Fuente : “La voz del Gran Jefe”,Felipe Pigna
EL SAN MARTÍN QUE NO CONOCEMOS.
Texto de Adrián Santos
Su comida preferida era el asado, que casi siempre comía con un sólo cubierto: el cuchillo. Era muy hábil en comer así. Solía morder un pedazo de carne, y como los paisanos, cortaba el sobrante con un cuchillo afilado. ¡Había quienes se maravillaban que no se cortara la nariz!
No le gustaba el mate. Pero era un apasionado del café. Y como era muy "pillo", conocedor íntimo del alma del soldado, para no "desairar" a sus muchachos, tomaba café con mate y bombilla.
Conocía mucho de vinos. Y podía reconocer su origen con sólo saborearlo.
Era un empedernido fumador de tabaco negro, que el mismo picaba, para luego prepararse sus cigarros.
Era muy buen jugador de ajedrez, y realmente era muy difícil ganarle.
Se remendaba su propia ropa. Era habitual verlo sentado con aguja e hilo, cosiendo sus botones flojos o remendando un desgarro de su capote, el cual, abundaba de ellos.
Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Más de un vez las mandaba a algún zapatero remendón, para que les hagan taco y suela nuevos.
Predicaba con el ejemplo. El mismo enseñaba el manejo de cada una de las armas, como lo atestiguan las melladuras del filo de su Corvo, inigualable instrumento de enseñanza de la esgrima. Y jamás, daba una orden a sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir.
Su palabra era santa, y para sus hombres era ley.
Era muy buen pintor de marinas. Él mismo decía que si no se hubiera dedicado a la milicia, bien podría haberse ganado la vida pintando cuadros.
Era muy buen guitarrista, habiendo estudiado en España con uno de los mejores maestros de su época.
Hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español, con un pronunciado acento andaluz.
Tenía la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Quería saber si era buena la comida de sus muchachos. Y allí mismo, en la cocina, la comía de parado.
Luego de comer, dormía una siesta corta, de no más de una hora, para luego levantarse y volver al trabajo.
Aquella famosa frase Sanmartiniana que dice: "De lo que mis Granaderos son capaces, sólo lo sé yo. Quién los iguale habrá, quién los exceda, no", originalmente era "De lo que mis muchachos son capaces...".
En Campaña, era el último en acostarse, después de cerciorarse que todos los puestos de guardia estuviesen cubiertos, y el resto de la tropa descansando. Y para cuando empezaba a clarear el sol en el horizonte, hacía rato que el General contemplaba el alba.
El rostro del Gral. San Martín en Realidad Digital.
Imagen diseñada en base a a cuadros y daguerrotipos , Un desarrollo fantástico de miles de horas hombre aplicado a su realización.
Sus creadores, los diseñadores Ramiro Ghigliazza y Beto Ritta lograron generar una imagen prácticamente real del rostro el Libertador de América, el General Don Jose de San Martin.
Imagen diseñada en base a a cuadros y daguerrotipos , Un desarrollo fantástico de miles de horas hombre aplicado a su realización.
Sus creadores, los diseñadores Ramiro Ghigliazza y Beto Ritta lograron generar una imagen prácticamente real del rostro el Libertador de América, el General Don Jose de San Martin.
Enlaces relacionados:
Las mujeres en la Epopeya Sanmartiniana
ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL
GENERAL SAN MARTIN
17 de Agosto de 1850
Fallece a los 72 años el General Jose de San Martin, en Boulogne Sur Mer, Francia.
El libertador San Martín nació en Yapeyú, una de las misiones Jesuíticas, correspondientes hoy al territorio de la provincia de corrientes, el 25 de Febrero de 17778 y llegaría a ser una de las figuras mas grandes de nuestra historia.
Es el realizador con la espada de los principios de la revolución de mayo. Vencedor en Chacabuco y Maipú, libertador de tres naciones; Argentina, Chile y Perú. Luego de sus campañas se aleja, justo después de la entrevista en Guayaquil con Simón Bolívar, del escenario de América, para morir pobre y olvidado en un pequeño pueblo de Francia. En sus últimos años de vida, viviendo en Paris, se retira al estallar la revolución en el mes de marzo de 1848 hacia Boulogne sur Mer donde viviría los siguientes dos años alquilando una habitación hasta el 17 de agosto de 1850 que san Martin fallece acompañado por su hija Mercedes y yerno. Luego de 30 años más tarde, que se repatriaron sus restos, el 28 de mayo 1880 para poder descansar en el mausoleo de la Catedral de Buenos Aires.
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